For the past two years, every November, I develop my own challenge that consist of writing and illustrating a short story from a particular word. "A short story everyday" is a way of combining two passions and also to keep practicing these disciplines. This is the result of this year's challenge.

Desde hace dos años, cada noviembre, hago mi propio desafío que consiste en escribir un microrrelato e ilustrarlo a partir de una palabra. "Un microrrelato por día" intenta ser una manera de combinar dos pasiones y también de poder mantener una práctica. Este fue el resultado de este año. 
Magia
Un gato camina por el techo de enfrente. Sus patas son de un blanco que brilla en la noche huérfana de luna. Yo simplemente me quedo hipnotizada. No puedo sacar la vista del movimiento elegante de sus patas-medias. Entonces, se detiene. Me mira fijo. Sonríe y maúlla con decisión. Sigue adelante el paseo y desaparece en la oscuridad. 
—Gracias. Tenés razón. Necesitaba escucharlo —le digo desde la ventana. 
Cocina
Desplegó un arsenal de ingredientes sobre la mesada. Era la primera vez que hacía risotto. Lo culinario no era su fuerte, pero quería intentarlo. La olla burbujeaba ilusiones. El fuego la hacía sentir un poco más viva. Cuando la preparación estuvo lista, sirvió los platos. Incluso decoró el arroz con unas hojas de perejil fresco. Preparó la mesa con un mantel dorado que guardaba para momentos importantes. Puso unas flores en el centro y trajo la comida. 
Ella no esperó. Tragó cada bocado de risotto como si fuera el último de su vida.
Del otro lado de la mesa, el plato dejaba de humear. Y la mosca aprovechaba que nadie podía espantarla.
Bruja
En las noches luminosas, la lechuza juega con la luna. El aleteo salpica de estrellas la negrura del cielo. Las plumas reflejan la palidez de la cara inmensa, que observa todo tras un manto oscuro. Luna y lechuza se sonríen con timidez y reconocen su romance. Pero, cada 28 días, la lechuza espera el renacimiento de su amor como una simple humana. 
En el pueblo se esparcen los rumores sobre la mujer que solo aparece en las noches negras. Dicen que el silencio domina la oscuridad y que su presencia es melancólica. Nada raro pasa en el lugar y, sin embargo, las creencias embriagan a los humanos. 
—¡Quemen a la bruja! —gritan los incoherentes que nada saben de amor. Sin entender que la magia de la lechuza viene de un lugar más profundo que su cuerpo envase.
Ola
Se quedó quieto. Sin hacer nada. Esperó en la orilla. Sentado en la arena estancada. Creía que la masa líquida no iba a golpearlo. Porque era él. Porque nada podía moverlo de su lugar. Y algunos se unieron a la espera.
En el mar, la corriente tomaba fuerza. Algunas gotas de lluvia se unían y arengaban el movimiento. Quisieron detenerla. Le dijeron que no varias veces. Que no podía ser. Y, sin embargo, la ola tomó el coraje necesario de cada centímetro de mar que transitó. 
Cuando llegó a la orilla, lo derribó a él y a todos los que creyeron que podían pararla. La fuerza que el agua venía arrastrando desde hace mucho tiempo era imparable. 

Onírico
Abro los ojos. Confusión. El lugar es el mismo: mi habitación. Todo está en su lugar: los cuadros, la mesa de luz, el perro, las sábanas, el libro, la lámpara. Afuera, las golondrinas parlotean y se ríen a carcajadas. Acá, el clima es espeso y los ojos se cargan de tormenta. El perro ladra a mis pies. 
—Basta de analizarlo todo. Pasame el mate que se enfría.
Le doy un sorbo largo para despertarme de un tirón.
Hogar
Ya estaba ahí ¿Qué más podía hacer? No había salida, solo ese lugar. Oscuro. Solitario. Sacó del bolsillo unas luces de colores para decorar. Se recostó en el piso viscoso y comenzó a susurrar canciones distraídas. Se durmió pensando en la primera gota de mar que saboreó. Finalmente, los sueños lo atraparon. Tranquilidad efímera.
Mutar
Frente a la multitud me hago chiquito. Nadie espera nada de mí. ¿Por qué yo pensaría que sí valgo la pena? Arranco pluma por pluma. El dolor me recuerda que aun puedo seguir. Las escamas son otra cosa. Esas caen solas como monedas de un bolsillo roto. Cuando me acaricio, puedo sentirme diferente. Esa piel que me recubre está limpia de ornamentos. Esto es lo que soy y no necesito nada más. Ahora no entro en la muchedumbre.
Quemar
Metí varias cosas en la casa. Las cartas. La taza de café. La remera de mis 18 años. La foto de las vacaciones en Las Toninas. El sánguche de milanesa. La mochila rosada. La colección de estampillas. Las manchas de humedad. El bozal del perro. El lápiz HB. Y a vos. 
Prendí el fósforo y dejé que todo se haga cenizas. Esperé unos días, pero el fénix nunca renació. Mucho menos mis ganas de perdonar.
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